20 de abril de 2016

EL SABER ESTAR

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Independientemente del zigzagueante cambio informativo del caso Fadesa, pendiente ahora de unas consultas técnicas sobre su aplicación, el desarrollo del pleno mencionado en el link anterior,  cuya similitud o paralelismo es común a los que habitualmente nos estamos acostumbrando  cansinamente  a presenciar y nos esta generando en los medios un protagonismo no deseado  por el carácter bronco, chabacano y bodeguil, con el que alguno/a de los habituales radicales subversivos consiguen  desvirtuar lo que tendría que ser un dialogo o debate tranquilo y sosegado, convirtiéndolo en  momentos puntuales con sus grandes actuaciones en un espectáculo burdo y grotesco, mas propio de una bronca del sálvame, totalmente fuera de lugar y con cuya repetitiva actuación corremos el riesgo de hacer de esa indeseable bandera nuestra denominación de origen en los medios, colgándonos un San Benito que ni nos corresponde ni beneficia para nada nuestra convivencia, desvirtuando y transformando la imagen de un pueblo turístico y  tranquilo en un mero anexo de  ciudad sin ley.
Todos conocemos básicamente la finalidad de un pleno, una reunión en la que los representantes del pueblo, elegidos por los vecinos se juntan para dialogar, debatir y acordar los temas o necesidades propias de las funciones para las que fueron elegidos, teniendo como apoyo a diversos funcionarios, siendo su conjunto el que acatando la normativa vigente de su propio reglamento, el que tiene que establecer el orden las pautas y los tiempos respetando a los portavoces y por supuesto al regidor, aplicando además por descontado, unas mínimas normas de educación, de civismo y de saber estar que no siempre son cumplidas por la totalidad de tan distinguidos representantes, con actitudes, insultos, cabriolas en la silla y otras curiosas prácticas que también están fuera de lugar, olvidando con demasiada facilidad el sitio que se ocupa y lo que se representa, contagiando irresponsablemente a un sector fielmente adoctrinado del público existente (que muchas veces va previamente “encilado”, via Redes o via Camariñas).
Comentado lo anterior, es licito, lógico y además necesario que cualquier vecino se interese y quiera participar de este tipo de debates en los que se tratan temas  de su propio interés y en los que está comprometido porque le van a afectar directa o indirectamente y en los que podemos aportar nuestras ideas, nuestros puntos de vista o nuestros desacuerdos, porque con ese conjunto de diversidades o diferencias, también vamos a enriquecer ese debate, siempre que se haga de forma cívica, con respeto y de forma constructiva. Pero eso es una cosa y otra  es lo que tristemente menciona con toda la razón el artículo de “La Opinión” en el que las interrupciones, las salidas de tono y el intolerable ataque a la secretaria municipal, de cuyas funciones ninguno  de los que a ella se dirigieron va a dar lecciones, mas que le pese, de cómo gestionar su impecable trabajo.
Quizás en otra reflexión podremos hablar con mas calma, del reglamento que rige el funcionamiento de los ayuntamientos, mencionado por el representante socialista, que jactándose repetitiva y abiertamente de la falta de lectura de la bancada de enfrente, le recomendaría que  pusiera en práctica tan sabio consejo en sus propias carnes, repasando los artículos 94 y 95 del mencionado reglamento,  transmitiendo  a la vez a su propio grupo la necesidad de respetar las pautas que define tan claramente un reglamento,  cuyos artículos referenciados, hasta ahora, han sido vapuleados repetitivamente por casi todos ellos.
Respecto al minoritario sector de público asistente comentado anteriormente que se desentiende por norma general de todo lo que se está debatiendo, interrumpiendo, insultando, con continuas  salidas de tono, demuestra con este tipo de actuaciones básicamente, su falta de educación, de respeto y del total desconocimiento de sus obligaciones como público asistente, que las tiene:
 Art.88.  3. El público asistente a las sesiones no podrá intervenir en éstas, ni tampoco podrán permitirse manifestaciones de agrado o desagrado, pudiendo el Presidente proceder, en casos extremos, a la expulsión del asistente que por cualquier causa impida el normal desarrollo de la sesión. Sin perjuicio de ello, una vez levantada la sesión, la Corporación puede establecer un turno de consultas por el público asistente sobre temas concretos de interés municipal.
 Si conociendo todo lo anterior, uno de los principales monologuistas, ávido e ilustrado lector, además, de monopolizar con sus largas, prepotentes  y oníricas exposiciones en los plenos (por la permisividad de quien le permite sus excesos en los tiempos e interrupciones), confirma con su complaciente e irresponsable silencio, este tipo de actuaciones, generadas evidentemente por sus propios apoyos mas radicales, estará siendo responsable indirecto de este tipo de actuaciones y responsable directo cada vez que señala con el dedo, o insulta veladamente la falta de formación o lectura de sus rivales políticos. Un punto sin embargo a su favor (que lo honra, todo hay que decirlo), fue el reconocimiento, el tono y la cordialidad con la que se trataron temas de urbanismo. Ser oposición no consiste solamente en criticar todo lo que se hace mal, sino también en reconocer cuando algo se hace bien, eso también transmite, coherencia, responsabilidad y  al final también votos.

En definitiva, cada uno desde su posición debe de saber el sitio que ocupa, sus responsabilidades y sus obligaciones, y aun reconociendo que el tema de Fadesa y todo lo que conlleva, puede ser motivo de una mayor sensibilidad en el pueblo, no justifica de ninguna manera este tipo de actuaciones, ni contra la secretaria, ni contra la alcaldía, los concejales o el resto de los vecinos. Eso es simplemente un problema de educación, de saber estar y de falta de respeto, que casi siempre produce el efecto contrario al apoyo que quizás con buena intención se trata de demostrar a quien se defiende, haciendo tal vez sin saberlo muchas veces mas daño que bien (aparte del ridículo), comprometiendo de además la credibilidad de aquel o aquellos a los que trata de defender.Enlace noticia La Opinión